Cuando al nacer pesas 5,5 kg. Sólo te quedan dos opciones para
tener el peso repartido por el cuerpo, te expandes o te estiras.
La genética decidió que yo debía seguir la segunda opción, y así,
con el paso de los años llegué al 1,88 que luzco por la calle.
De niño me tocó soportar, las inevitables comparaciones, que si
vas a ser más alto que tu primo Fulano, que si ya pronto alcanzas a tu padre,
que si vas a ser más grandón que un carlista (esto me lo decía mi abuela, se ve
que los que anduvieron por la Serranía con Cabrera eran unos chicarrones del
norte que dejaron huella). Y como no, las rimas típicas de los demás niños y
hermanos, que no reproduzco para no daros ideas, pero que advierto eran
contestadas con otras rimas relativas a la pequeñez tan “ingeniosas” como las
recibidas.
La adolescencia, venga a crecer, y sin engordar para preocupación
de mi madre, que cada vez que teníamos que ir al médico por lo que fuera
aprovechaba para pedirle que me recetara alguna vitamina o algo que me hiciera
engordar.
Ni que decir tiene que mi silueta no es que fuera precisamente
garbosa, ahí ya llegué en la madurez, cuando ya paré de crecer y me dediqué a
repartir mejor lo que comía.
Por supuesto, las bromas cambiaron, ya era más alto que mi padre y
que mi primo Fulano (que los carlistas no lo sé, no pude comparar) y ya eran
cosas del tipo, cualquiera se va a coger peras contigo.- ¿Qué temperatura hace
por ahí arriba?.- ¿dónde vas “chiquitín? (esta es el colmo de la originalidad).
Ni que decir tiene, que yo aprovechaba y aprovecho para meterme
con los bajitos y sobre todos con las bajitas. Es más, el más bajo de mis
hermanos mide 1,76, pero yo le llamo “Enano”, y por supuesto, toda persona por
debajo del 1,65 queda encuadrada en el apartado “Pitufo” y recibe bromas del
tipo “ten cuidado que llueve mucho, no sea que te metas en un charco y te
ahogues” o “te voy a regalar un colgante para usarte de llavero”.
Pero esto es la parte de broma, ser alto tiene sus ventajas,
claro, pero también sus pegas.
A saber:
En las casas viejas tienes que tener cuidado, o te vas dejando un
mata de pelo en los marcos de las puertas (¿posible causa de mi alopecia?)
Las camas son de 1,80 mts, con lo que o duermes con los pies
fuera, o hecho un ovillo, y cuando pillas ya una cama de 1,90 ó 2 mts., ya es
tarde, no sabes dormir.
Cuando mejor estás en el sofá tumbado, o haciendo cualquier cosa
en el cuarto, se oía la voz de mami “Oye ven, alcánzame esto tú que llegas”
En el trabajo de dan un Piaggio Porter para desplazarte por
Mataró, y echando todo el asiento para atrás, tienes problemas para poner los
intermitentes, porque con las rodillas le das a la palanca.
Luego cuando te compras el taxi, tienes que mirar que quepas tú y
alguien sentado detrás de ti, y por supuesto, olvídate de poner mampara que
entonces no cabe nadie.
Las lumbalgias van apareciendo regularmente…
En fin, que el mundo desde aquí se ve más o menos igual que desde
abajo y claro que tiene ventajas, sobre todo ahora que llega el buen tiempo,
puedes ir a la calle y asomarte a todos los “balcones” que ahora te muestran
desde una perspectiva idónea.
Tu presencia intimida, aunque tu personalidad sea de lo más
pacífica o incluso cobarde.
No necesitas subirte a nada para cambiar una bombilla (mi madre
tampoco lo necesitaba, me lo dejaba a mí).
En resumidas cuentas, que me apetecía escribir o contar algo de
altura, y mirad lo que me ha salido.