Al retomar la actividad del blog tras casi un año de tenerlo
ocupando un espacio en la red para nada, he recibido todo tipo de comentarios,
algunos a favor, otros en contra. Personas que les gustaba lo que escribía, y
personas que les gustaba el cómo.
Obviamente, el ego se hincha como un globo, e intentas
seguir escribiendo y buscando cosas sobre las que escribir u opinar; en parte
para entretenerte, pero con el secreto y a veces inconsciente anhelo de que te
vuelvan a lanzar elogios, hasta que la memoria viene a ponerte los pies en el
suelo.
Voy a copiar un fragmento de la biografía de Mark Twain en
que hace referencia a los aficionados literarios o periodísticos con aspiraciones:

Personalmente no persigo reconocimiento alguno, más allá de
que a mis amigos les pueda gustar o no lo que leen.
Lejos queda de mi imaginación el publicar algo, incluso el
intentar algún día escribir algo que fuera susceptible de pasar al papel o a
una biblioteca electrónica.
Me conformo con compartir de la mejor manera que sé o de la
que soy capaz ese día de reflejar cualquier cosa que se me haya pasado por la
cabeza, sin intentar convencer a nadie, simplemente opinar o transmitir una
sensación.
Reconozco que me falta la capacidad de trabajo necesaria
para escribir, repasar, retocar, volver a repasar y volver a retocar, y sobre
todo, ser capaz después de horas para escribir cuatro líneas, reconocer que no
valen para nada y borrarlas.
Es por ello que esta entrada de hoy lleva por título “JUNTALETRAS”,
que como mucho es a lo que aspiro a llegar.
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