MIRADA DESVIADA
No se le ocurrió pensar cómo había conseguido elevarse hasta
alcanzar esa perspectiva.
Debajo veía un territorio de un color rosado con una leve
mezcla de naranja. Por lo que se preguntó a qué punto del planeta le habían
llevado.
No recordaba haber
visto ningún documental, a los que era tan aficionado, que describiera algo
semejante:
Un terreno desértico formado por un laberinto de dunas, que
a su vez formaban una serie de líneas curvas que se aproximaban entre sí a
medida que se acercaban al centro. Curiosamente todas las dunas eran de la misma altura, como si por
toda aquella tierra soplara el mismo viento, y con igual densidad, y como si
todas estuvieran formadas exactamente por los mismos materiales.
Pero no podía ser sólo un viento ya que las dunas avanzaban en diferentes
direcciones formando la figura de un laberinto. Un laberinto rosado y no
amarillento como había visto en imágenes de los desiertos de la Tierra.
Se preguntaba estas cosas y además cayó en la cuenta de que las dunas
eran muy verticales, casi perpendiculares al suelo, lo que también resultaba
algo nunca visto. Además de físicamente improbable en el caso de una duna, para las que la
verticalidad era algo imposible.
De repente, sintió como una suave brisa en su oído. Casi
como si le susurraran.
Con un tono de reproche infinito oyó una voz que decía.
¡Tonto, la Luna está preciosa, deja de mirar el dedo!.
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