Llevo varios días pensando en lo pequeño que es el mundo.
Que Barcelona es pequeña es algo que ya tengo claro desde mucho antes de empezar a conducir un taxi. Concretamente desde el sábado en que a las tantas de la madrugada y en un estado tres puntos por encima de "alegre", en un barrio mal comunicado con el mío, asomó una luz verde en la lejanía. Obviamente no era cuestión de que el taxi se escapara, y me puse en medio de la calle a hacerle notar mi presencia, no fuera que cambiase de dirección, me hizo luces,buena señal, y cuando ya podía distinguir el coche, ( un
seat 1430) mi estado pasó de dos puntos por debajo de "
paposo" a cinco por encima de "súbita lucidez". Mira que hay taxis en Barcelona (10.400 y pico) y el día que voy un poco pasado de vueltas, estoy en el culo de la ciudad, y tengo la enorme suerte de encontrar un taxi....tiene que ser mi padre. Me llevé una bronca leve, y algún comentario jocoso sobre mi estado, pero por lo menos conseguí convencerle de que no me cobrara la carrera.....
A lo que iba.
Ultimamente me llegan los correos repetidos, y de gente que no se conocen entre ellos de nada, al menos que yo sepa. Es curioso, alguien manda un correo, sus contactos se encargan de distribuirlo, y luego acaba en mi ordenador por triplicado con apenas unos días de diferencia.
Lo curioso es que siguen un orden, como si fueran enviando el correo de moda, y al
final casi todos acabamos viendo las mismas cosas, con lo que los chistes de la sobremesa o las anécdotas curiosas pierden su componente divertido, ya que casi todos lo hemos recibido por una u otra vía.
Existe una teoría, llamada "
de los seis grados" que dice que entre cualquiera de nosotros y un actor de
Holliwood o un nómada de
Mongolia no hay más de seis personas por medio.
Es decir, que yo conozco a alguien, que a su vez conoce a alguien, que conoce a alguien, que tiene contacto con alguien, que sabe de alguien, que conoce al señor que está
fermentando leche de yak en su
yurta en medio de las estepas del
Gobi.
Pa flipar.
