miércoles, 13 de marzo de 2013

"DOS HOSTIAS BIEN DÁS"


El otro día la jornada empezó bien, pero se me avinagró.
Encoché rápido, menos de cinco minutos después de salir de casa.
Además clientas conocidas, así que ya me sabía el recorrido, o eso creía yo.
Eran un madre y su hija, la madre ciega y vendedora del cupón de la ONCE, y no iban a su casa, cosa por otro lado bastante rara dado la hora, pero también se me hacía raro el que abandonaran el kiosko.
Me dijeron de ir a la comisaría de los mossos d’escuadra, porque les habían robado.
Hay que ser muy hijo de puta para robarle a un ciego, pero además hay que ser un hijo de puta muy tonto para robar 90 cupones, porque los vendedores tienen el listado de los cupones que les dan para vender, número y serie, y por supuesto las entidades bancarias encargadas de un hipotético cobro del cupón son informadas.
La mujer estaba preocupada, más que nada por el papeleo que la esperaba, primero poner la denuncia, luego dar parte al seguro, y luego a la ONCE, y no conseguía explicarse cómo el cabronazo había conseguido meter la mano por la ventanilla y coger los cupones.
Ante tal panorama, pues intentas quitarle hierro al asunto: que si el seguro pagará, que si hay que ser muy mal nacido, y algún comentario para intentar animar a la pobre mujer.
Lo que me indigna o me jode, es que seguramente el chorizo venderá los cupones, se sacará 135 €, y si no toca, aquí no ha pasado nada, porque se le pierde la pista al cupón.
Personalmente se me ocurren varias cosas par hacer con el caco en el hipotético caso de que lo pillen.
Por ejemplo, tenerlo una semana metido en el cubículo de un vendedor vendiendo cupones, y luego un par de meses yendo a la ONCE a trabajar para que vea las cosas que se hacen con el dinero del cupón.
Aunque si es lo bastante desalmado o hijo de puta para robarle a una ciega, me parece que estas cosas le iban a conmover poco, así que me saltaría la legalidad y le aplicaría el método de mi difunto abuelo para estos casos:
“DOS HOSTIAS BIEN DÁS”. Como poco.

lunes, 4 de marzo de 2013

EL RELOJ DE CARRASCOSA



El reloj del ayuntamiento de Carrascosa marca la hora que le da la gana, pero da las horas bien.

Entre toque y toque, el sol recorre su camino, pero las agujas lo miden de modo diferente.
Puede que veas que son las diez y cuarto, pero lo oigas sonar tres veces, o que suena ocho veces cuando marca las dos.
Tiene una explicación que va más allá de la técnica, la desincronización, o que el relojero es un manta.
En Carrascosa el tiempo parece no existir aunque no se para.
Cuando llegas a Carrascosa para pasar unos días, nunca llegas solo. Va contigo toda una carga de recuerdos.
Te olvidas de que han pasado unos meses, un año, una década…
Vuelves a ser el chaval que guardaba su equipo de chapas Orange Crush en una caja de Farias, el que aprendía a tirar piedras a "sobaquillo", el que jugaba partidos de fútbol o baloncesto con los amigos temiendo las patadas de Terri o los tapones de Villa.
El que se colaba en el salón para ver bailar a los mayores y luego tenía que salir corriendo a la que lo pillaban
El mismo chaval que cuando no había coche se iba a Valsalobre andando y se jugaba a las canicas con Alberto quien sacaba a bailar a la fea. El que se sacaba unas perrillas segando espliego para luego comprar tabaco a medias y tomarse sus primeros botellines.
Así, con esa carga llegas a Carrascosa.
Uno camina por sus calles y las ve siempre igual, y no hace falta que suene el reloj, para que antes de comer o de cenar nos juntemos en el bar a la Hora del Botellín a recordar aquella época mientras vemos a los zagales buscando wi-fi; y después de alimentarnos nos volvamos a juntar porque es la Hora de la Partida. Sin prisas, si no estás no pasa nada.
Sabes que de ese chaval y sus andanzas sólo queda el recuerdo, pero te da igual, ya no estás para jugar al fútbol ni para subirte a los robles de la Dehesa, y mucho menos estás para irte a la Hoz Somera o a la Herrería cargando a medias una caja de botellines. Tienes otras responsabilidades, otros intereses, recuerdos de otros lugares u otras personas, proyectos…
Pero cuando llegas a Carrascosa el tiempo se para y lo de fuera deja por un tiempo de importar.
Por éso, siempre que puedo voy.
Por éso decimos que Carrascosa es otra cosa.

sábado, 2 de marzo de 2013

ORTOGRAFÍA



Cada vez contemplo más perplejo que la gente que manda mensajes por diferentes medios, ya sea Facebook , SMS, o Twitter ; cuida cada vez menos un aspecto para mí bastante importante: la ORTOGRAFÍA.
Mientras los políticos y “agentes” de la sociedad educativa se enredan sobre discusiones bizantinas acerca de la calidad de la enseñanza, o sobre la lengua vehicular en que ésta ha de impartirse, los jóvenes cada vez escriben peor, y no sólo eso, es que su falta de rigor o de interés en el lenguaje escrito se traslada al lenguaje oral.
Cada vez veo más gente incapaz de expresarse utilizando frases más o menos largas, con sus conjunciones, sus pausas, y ya no hablemos del uso de las subordinadas porque daría para un libro entero.
Alumnos de 3º de Derecho o cualquier otra carrera que presentan exámenes redactados como si fuera un mensaje de móvil,  utilizando ”xq” en lugar de “porque” o “por qué”, despreciando los signos de puntuación como si hubieran alcanzado el nivel de Saramago.
No voy a decir que antes el nivel educativo era mayor o mejor, que lo era, simplemente que la exigencia a los alumnos sí que requería que nos esforzáramos por escribir correctamente, más que nada, porque el primer día de clase, el profesor ya dejaba bastante claro que iba en serio con el asunto.
Junto con el programa de la asignatura, aparecía invariablemente el asunto de las faltas de ortografía, la de lengua (castellana o catalana) lo tenía claro, tres faltas = suspenso; y los acentos contaban como media falta. Los demás ya fueran de ciencias o letras variaba, los había que aplicaban el mismo criterio, y otros te descontaban un punto por cada falta.
Recuerdo que en 1º de BUP una profesora me devolvió un trabajo de Biología, lleno de signos de puntuación, principalmente comas y punto y coma, con una nota al pie que decía “El trabajo está bien, pero si lo leo tal como lo has escrito me ahogo”.
Por supuesto ahora eso es impensable, al instante acudirían los padres a poner el grito en el cielo, el resto de profesores diría que no hay que ser tan exigente, y el alumno seguirá escribiendo sin importarle si lo hace bien o mal.
A escribir correctamente se aprende con la práctica, pero también con la lectura, así que padres que tenéis hijos o tíos que tenéis sobrinos, regaladles a los chavales un libro de vez en cuando en lugar del juego de la consola, y luego comentadlo con él, y por qué no, si el chaval se lo merece, dadle una propinilla a modo de incentivo, que además de cultivar su intelecto quedaréis como el papi o el tío guay.
PD: Si aparecen faltas de ortografía o sintaxis en este escrito, la culpa no es de mis profesores, es del que me puso unos billares en el camino del instituto.


viernes, 1 de marzo de 2013

HOZ SOMERA

Hace tiempo escribí ésto como si fuera una redacción para mí, y como lo he encontrado por ahí, y no me disgusta como quedó, pues la pongo aquí.




HOZ SOMERA

Después de un desayuno que siendo escaso en la definición podría calificar como opíparo, cogió su mochila, comprobó que llevaba todo lo necesario y salió a andar. No tenía pensado ningún recorrido, todos los lugares a los que pudiera llegar caminando le eran especiales y conocidos por igual.
Optó por la pista que llevaba hacia El Pozuelo, siguiéndola tenía más posibilidades de disfrutar del paseo, y por alguna razón sentía una especial atracción por ese camino.
Al pasar junto al cementerio, que quedaba unos metros por debajo del camino, no pudo evitar mirar hacia las tumbas y acordarse de sus muertos, los familiares y los amigos, podía identificar las lápidas, y se paró a fumar un cigarro, evocando las enseñanzas de su abuelo, los paseos con Ana, o el día en que el tío Perico le pilló cogiendo peras en su huerto.
Siempre igual, cada vez que veía el cementerio le invadía la nostalgia, así que apagó cuidadosamente el cigarrillo y siguió su camino.
Al entrar en el bosque sacó la cámara de la mochila y la preparó.
Decidió abandonar la pista y tomar el camino de la Hocecilla, que en algunos tramos se perdía, pero podía orientarse siguiendo el curso del arroyo.
A medida que se aproximaba a la Fuente de las Losas, se puso tenso y adopto un paso más cauto, quizá tuviera suerte y hubiera algún animal bebiendo, montó el teleobjetivo y se acercó con sigilo, pero no hubo suerte, ya era tarde, quizá a la vuelta...
Subió a la Peña de los Lirios, en esa época era todo un espectáculo, las flores que dan nombre al risco estaban en flor, poniendo una nota azulada en el verde del prado, tomó unas cuantas fotografías de los lirios, e incluso tuvo suerte y en uno “capturó” un abejorro libando de la flor, la gama de colores era espectacular, esa seguramente la pasaría a papel y la ampliaría.
Siguió hacia Los Castillejos, se sentó al lado de El Vigía, y allí, se fumó el segundo cigarro, vertiendo un poco de agua en la roca para apagarlo.
Ese era su momento especial, sentado al borde del abismo, a solas con sus pensamientos, acompañado por el ruido del viento entre los pinos, el lejano rumor del arroyo que discurría a bastantes metros por debajo de él, y por el ocasional grito de una rapaz (no sabría decir cual, nunca las supo distinguir).
Tenía una curiosa manera de describir la belleza de un paisaje:     -"Es para poner la mente en blanco y fumarte un paquete de tabaco sin pensar en otra cosa que “¡joder, que guapo!”-.
Estaba en un lugar que le daba para acabar con las existencias de la Tabacalera, y tenía cuanto necesitaba, su nueva cámara digital, con una tarjeta de recambio, una botella de agua, dos paquetes de tabaco, y tiempo, mucho tiempo.
A medida que el sol iba calentando las paredes de la hoz, los buitres se lanzaban a volar sin apenas batir las alas y perdiéndose de vista en las alturas en un instante.
Disfrutaba viéndolos volar, y se preguntaba cómo era posible que un bicho tan feo pudiera tener un vuelo tan majestuoso.
De repente sintió un calambrazo en su interior, una sensación como si hubiera visto una imagen por una fracción de segundo, y sonrió...
Acababa de descubrir que no era la nostalgia lo que le unía a aquel lugar...
Aquel lugar formaba parte de su ser, de sus raíces, y sentía que el formaba parte de aquel lugar.
No, no era nostalgia lo que sentía, era la sensación de estar en un lugar al que pertenecía.



martes, 26 de febrero de 2013

OLA DE FRÍO

















Estos días la información meteorológica es más seguida que las andanzas de Bárcenas.
En las conversaciones con los clientes, el tema invariablemente aparece, y yo recurro a Groucho Marx y a mi abuelo para relativizar el concepto.
Cuando al gran Julius Marx le: preguntaban –Groucho, ¿cómo te encuentras?- la respuesta era siempre la misma: - ¿comparado con quien?-.
Y mi difunto y querido abuelo, como buen hombre de campo, tenía los pies en el suelo y decía “¿Ola de frio en febrero? A ver si es que estamos en invierno…”
También ayuda a relativizar el concepto frío el llevar a un sueco que te dice “Lovely day, isn’t it?” ( bonito día, verdad?)  y luego a un canario que parece que lleva puesta toda la ropa que traía en la maleta.
Primero habría que definir a partir de qué temperatura se considera que hace frío, cosa que depende de cada uno de nosotros, salvo claro está que hablemos de temperaturas inferiores a  5º bajo cero.( Pequeña nota pedante: No se debe decir -5º bajo cero, ya que como todo el mundo sabe, menos por menos es más, y se estaría hablando de 5º positivos).
Así pues, que cada uno se abrigue o ponga la calefacción lo que considere necesario para estar confortablemente, y recuerden, el frío es subjetivo.
Ah, y la gracieta de –Estamos a 0º, ni frío ni calor- ; ya está muy vista y no tiene gracia.

domingo, 24 de febrero de 2013

LOS SIN NOMBRE


Ya sé que es el título de una película, pero como yo no la he visto y no me apetece ahora mismo averiguarlo, ya digo por adelantado que no creo que tenga nada que ver con lo que voy a exponer.
Estos días en el Facebook he visto las medallas que está ganando Alfonso “Júnior” en los campeonatos nacionales de natación que se celebran en Cádiz.
Ni que decir tiene que comparto la alegría de todos los que le conocemos y apreciamos.
Pero no voy a hablar de Alfonsito, sino de su padre, Alfonso, al que doy la bienvenida al club de los “sin nombre”.
Durante años, he sido conocido en los demás pueblos de la Serranía y por alguna gente de Carrascosa como “el muchacho de la Juana”. Más tarde y a causa de tener unos hermanos que se relacionaban más que yo con gente de otros pueblos (preferentemente féminas) pasé a ser el “hermano del Tony” o el “hermano de Raúl”.
Luego y a raíz de que mi hermano menor se fuera a vivir a Carrascosa, así como mis padres y mi tío, ya se añadió “el hermano de Chuchi” y “el sobrino de El Niño”.
Todo el mundo me conoce, saben quien soy, pero no saben como me llamo, cosa que por otro lado a mí me resulta chocante a la par que indiferente, ya que a pesar de ello me saludan e incluso conversan conmigo cuando nos vemos.
Pues querido Alfonso Pérez “sénior”, “Bombi”, sé bienvenido al club de los “sin nombre”.
Vas a ser conocido como el padre de Alfonso, y sé que te llenará de orgullo pertenecer al club.
Como a mí.

viernes, 22 de febrero de 2013

JUNTALETRAS


Al retomar la actividad del blog tras casi un año de tenerlo ocupando un espacio en la red para nada, he recibido todo tipo de comentarios, algunos a favor, otros en contra. Personas que les gustaba lo que escribía, y personas que les gustaba el cómo.
Obviamente, el ego se hincha como un globo, e intentas seguir escribiendo y buscando cosas sobre las que escribir u opinar; en parte para entretenerte, pero con el secreto y a veces inconsciente anhelo de que te vuelvan a lanzar elogios, hasta que la memoria viene a ponerte los pies en el suelo.
Voy a copiar un fragmento de la biografía de Mark Twain en que hace referencia a los aficionados literarios o periodísticos con aspiraciones:
El aficionado literario, con su pluma sin instrucción, pone todas sus tosquedades juntas y se las ofrece a las revistas, una tras otra; es decir, las propone para páginas restringidas a escritores que han ganado su rango y su destino tras años, e incluso décadas de preparación dura y honesta en los puestos más bajos del oficio literario […]. Estoy seguro que esta afrenta no se produce en ningún oficio más que en el nuestro. Una persona no preparada para hacer zapatos no ofrece sus servicios como zapatero al encargado del taller; ni siquiera el más crudo de los aspirantes literarios sería tan poco inteligente como para hacer eso. Vería el humor que hay ahí; vería la impertinencia de su acción; reconocería como el más lógico de los hechos que es necesario un período de aprendizaje para cualificar a una persona como albañil, constructor, impresor, veterinario, carnicero, panadero, conductor de coches, comadrona y todas y cada una de las ocupaciones en las que el ser humano consigue su pan y su fama. Pero cuando de literatura se trata, su sabiduría se desvanece de repente y piensa que se encuentra ante la presencia de una profesión que no requiere aprendizaje alguno, ni experiencia, ni entrenamiento, únicamente, un talento seguro de sí mismo y el valor de un león.
Personalmente no persigo reconocimiento alguno, más allá de que a mis amigos les pueda gustar o no lo que leen.
Lejos queda de mi imaginación el publicar algo, incluso el intentar algún día escribir algo que fuera susceptible de pasar al papel o a una biblioteca electrónica.
Me conformo con compartir de la mejor manera que sé o de la que soy capaz ese día de reflejar cualquier cosa que se me haya pasado por la cabeza, sin intentar convencer a nadie, simplemente opinar o transmitir una sensación.
Reconozco que me falta la capacidad de trabajo necesaria para escribir, repasar, retocar, volver a repasar y volver a retocar, y sobre todo, ser capaz después de horas para escribir cuatro líneas, reconocer que no valen para nada y borrarlas.
Es por ello que esta entrada de hoy lleva por título “JUNTALETRAS”, que como mucho es a lo que aspiro a llegar.