El reloj del ayuntamiento de Carrascosa marca la hora que le
da la gana, pero da las horas bien.
Entre toque y toque, el sol recorre su camino, pero las
agujas lo miden de modo diferente.
Puede que veas que son las diez y cuarto, pero lo oigas
sonar tres veces, o que suena ocho veces cuando marca las dos.
Tiene una explicación que va más allá de la técnica, la
desincronización, o que el relojero es un manta.
En Carrascosa el tiempo parece no existir aunque no se para.
Cuando llegas a Carrascosa para pasar unos días, nunca
llegas solo. Va contigo toda una carga de recuerdos.
Te olvidas de que han pasado unos meses, un año, una década…
Vuelves a ser el chaval que guardaba su equipo de chapas
Orange Crush en una caja de Farias, el que aprendía a tirar piedras a "sobaquillo", el
que jugaba partidos de fútbol o baloncesto con los amigos temiendo las patadas
de Terri o los tapones de Villa.
El que se colaba en el salón para ver bailar a los mayores y
luego tenía que salir corriendo a la que lo pillaban
El mismo chaval que cuando no había coche se iba a
Valsalobre andando y se jugaba a las canicas con Alberto quien sacaba a bailar
a la fea. El que se sacaba unas perrillas segando espliego para luego comprar
tabaco a medias y tomarse sus primeros botellines.
Así, con esa carga llegas a Carrascosa.
Uno camina por sus calles y las ve siempre igual, y no hace
falta que suene el reloj, para que antes de comer o de cenar nos juntemos en el
bar a la Hora del Botellín a recordar aquella época mientras vemos a los
zagales buscando wi-fi; y después de alimentarnos nos volvamos a juntar porque
es la Hora de la Partida. Sin prisas, si no estás no pasa nada.
Sabes que de ese chaval y sus andanzas sólo queda el
recuerdo, pero te da igual, ya no estás para jugar al fútbol ni para subirte a
los robles de la Dehesa, y mucho menos estás para irte a la Hoz Somera o a la
Herrería cargando a medias una caja de botellines. Tienes otras
responsabilidades, otros intereses, recuerdos de otros lugares u otras
personas, proyectos…
Pero cuando llegas a Carrascosa el tiempo se para y lo de fuera deja por un tiempo de importar.
Por éso, siempre que puedo voy.
Por éso decimos que Carrascosa es otra cosa.
Hola taxi driver, como siempre, ha sido todo un placer este ratito de lectura que me permite conocer mas a tu pueblo y a ti. No dejes de escribir desde tu " semáforo en rojo"
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