sábado, 30 de marzo de 2013

SEMANA SANTA


Estamos en Semana Santa.
Menuda obviedad. Todo el que tenga calendario hace días que lo sabe.
Son fechas que antaño eran de recogimiento y ayuno, y ahora son de vacaciones.
Me resulta curioso ver la devoción de la gente por la imagen de un Cristo o una virgen.
Estéticamente encuentro la imaginería bellísima, y todo lo que rodea a las procesiones me resulta atractivo, ya sea el ruido de los tambores de la Turbas en Cuenca, los gritos de “Guapa!” a la Macarena o la Esperanza de Triana en Sevilla, el silencio que rodea las procesiones en Zamora antes del canto del Miserere, o la marcialidad de la legión con el Cristo de la Buena Muerte en Málaga. Sin olvidar las tallas de Salcillo en Murcia o las de Berruguete en Valladolid.
Lo que se escapa a mi entendimiento es los sacrificios de la gente por una promesa, ir de rodillas, o incluso, cuando hacía de soldado, ver gente que abandonaba su puesto de guardia sólo porque le había prometido al santo de su cofradía que saldría de costalero.
Lo respeto, por supuesto, y lo intento entender, pero no puedo.
Otra cosa de la Semana Santa es la gastronomía
Recuerdo que el día de Viernes Santo, cuando vivía mi abuela, invariablemente uno de los dos acababa enfadado, o ella porque yo me saltaba el ayuno y por supuesto además de hacer una sola ingesta, procuraba que hubiera carne, o me enfadaba yo porque ella salía ganando y me tenía que mantener con un plato de arroz blanco y una tortilla francesa.
Ah, es que no me gusta el bacalao (soy raro, lo sé y no me importa) y la cocina de Viernes Santo, el bacalao es la estrella, ya sea en el Ajoarriero, el típico potaje de espinacas y garbanzos con bacalao, o los huevos verdes.
¿Qué qué son los huevos verdes?
Marchando la receta que he encontrado por ahí
INGREDIENTES:
12 HUEVOS
2 HUEVOS MÁS PARA LA MEZCLA
500 GRS DE BACALAO
HARINA PARA REBOZAR
SAL
PIMENTÓN
PEREJIL
2 AJOS
PREPARACIÓN
Se cuecen los huevos, de pelan y se parten por la mitad longitudinalmente y se sacan las yemas.
Se pican los ajos en el mortero y se reservan
En un bol se mezclan las yemas cocidas con el perejil, los ajos picados, el pimentón, los dos huevos y el bacalao ( si es desalado añadir un poco de sal).
Una vez mezclado se rellenan los huevos reservando una parte de la mezcla para elaborar la salsa.
Los huevos rellenos se pasan por harina y se fríen en una sartén con abundante aceite.
Cuando estén todos fritos, se meten en una olla y se reservan.
En la misma sartén, se añade la mezcla previamente reservada, pimentón dulce, y dos vasos de agua, se remueve y se deja hervir un poco, añadiéndolo a la olla con los huevos. Se deja hervir unos diez minutos y listo.
Claro está, que yo prefiero las torrijas y la mona de chocolate, o una buena caldereta de cordero, o un cordero al horno, o para simplificar, chicha.

viernes, 22 de marzo de 2013

Juan de Valdés


Hoy toca conocer a un conquense ilustre.
Confieso que hasta que no leí el otro día una referencia al personaje, ignoraba por completo su existencia, es más, como casi todos, al oír el nombre de Juan Valdés pensaba en el café de Colombia,  así que me puse a mirar un poco y he aquí el resultado.
Juan Valdés nació en Cuenca en 1509, estudió en Alcalá de Henares y mantuvo correspondencia con Erasmo de Rotterdamm.
En 1529 aparece su libro “Diálogo de doctrina cristiana”,  que no resultó del agrado de la iglesia de la contrarreforma por lo que fue acusado por la Inquisición y hubo de poner tierra de por medio marchando a Italia.
Residiendo en Nápoles escribe “Diálogo de la Lengua” en 1535, para ayudar a un grupo de amigos a perfeccionar el uso del castellano.
Esta obra no vería la luz hasta el siglo XVIII, en que fue editado como apéndice de “Orígenes de la lengua española” de Gregorio Mayans.
El Diálogo de la Lengua contiene toda suerte de juicios sobre cuestiones normativas de la lengua castellana más puera, estimando como tal la de lso refranes y mostrándose muy opuesto a Antonio de Nebrija, a quien consideraba demadiado afectado de andalucismo. En cuanto al mejor estilo, se uestra plenamente renacentista al escribir:
              "El estilo que tengo me es natural y sin afectación ninguna. Escribo como hablo;solamente      tengo cuidado de usar vocablos que signifiquen bien lo que quiero decir, y dígolo cuanto más llanamente me es posible, porque a mi parecer, en ninguna lengua está bien la afectación. 
Menéndez Pelayo, historiador de la ortodoxiacatólica y auténtico "martillo de herejes" en sus escritos, no tuvo reparos en admitir:
Si Antonio de Nebrija no hubiera escrito antes su Gramática, no tendríamos reparo en conceder al hereje de Cuenca el título de padre de la filología castellana.
Su nombre, junto con el de su hermano Alfonso, se barajó como posible autor de “El Lazarillo de Tormes” aunque la idea parece descartada en la actualidad.
En fin, que ahí os dejo a un conquense ilustre hasta ahora para mí desconocido.
Se pueden ampliar los datos en:
Y otras búsquedas del google

miércoles, 20 de marzo de 2013

FELICIDAD



Paradojas de la vida.
Hoy 20 de Marzo ha sido declarado por la ONU “Día Mundial de la Felicidad”.
¿Qué dónde está la paradoja? Pues en que oído la noticia mientras pensaba en algo para la entrada de hoy, estacionado en la parada que hay en Lepanto con Sancho de Ávila (para los que no son de Barcelona: Pompas Fúnebres) y que seguramente el cliente que se subiera no iba a estar para celebrar días mundiales de nada.
Y ¡oh casualidades de la vida!, la clienta venía con gesto serio, como corresponde a quien viene de un velatorio, pero iba al aeropuerto, con lo que me ha hecho si no feliz, alegre, que con la propina han sido 30 euros.
Así las cosas y tras una breve llamada a la linda y hechicera, decidí que el tema de hoy bien podía ser la felicidad.
¿Con mayúsculas o minúsculas?
¿Dónde se encuentra la felicidad, en las grandes cosas o en las pequeñas?
¿Es más feliz aquél al que toca la lotería que un padre viendo a su hijo dar sus primeros y torpes pasos?
A cada uno le hacen feliz diferentes cosas, o diferentes momentos o situaciones, y por qué no, también nos puede hacer feliz la felicidad de las personas de nuestro entorno.
Personalmente, prefiero la felicidad de las pequeñas cosas.
Echar una pelea con mis sobrinos, ver que a mis sobrinas les va bien en sus periplos por el mundo y por la vida, disfrutar de una buena comida (nada como las migas de mi madre) con los amigos o la familia, recibir una llamada telefónica o un correo de alguien que se acuerda de ti (no los típicos reenvíos si no un correo para MÍ) o pararme a echar un cigarro tranquilamente al lado del mar para descansar un rato del tráfico viendo el ir y venir de las olas.
Casi nada.

domingo, 17 de marzo de 2013

Colecciono ceniceros



Los domingos se celebran en Barcelona dos mercadillos para coleccionistas.
Si coleccionas monedas, sellos o minerales, puedes acudir a la Plaça Reial, al lado de la Rambla, y si prefieres discos, casettes, libros, tebeos, cromos, o incluso juegos antiguos de ordenador, el lugar es el Mercat de Sant Antoni.
Hay gente que colecciona cosas y casi nunca se acuerdan de cómo empezaron: un regalo, incitación paterna, compartir aficiones con los amigos…
Se puede coleccionar casi de todo, llaveros, coronas de cava, latas, botellas, cromos, sellos, dolores de cabeza (ahora mismo somos expertos en este país), y si tienes posibles y no hay limitación de espacio, pues ya podríamos añadir coches de lujo o antiguos, motos etc etc.
Existe en internet un mercado más que amplio de objetos de coleccionista, muñecos de series de tv, discos, de todo.
He de confesar que yo también soy coleccionista, aunque no le pongo mucho interés.
Colecciono ceniceros.
Pero tienen que ser ceniceros sourvenir que digan de qué lugar proceden, y que además se puedan utilizar, que ya que soy fumador, sería tonto tener la casa llena de ceniceros sin usar.
Además, así los amigos que viajan no se tienen que preocupar por el regalo, con un simple cenicero cumplen.
Con las mudanzas me he ido dejando algunos, otros se han roto, pero tenía cosas tan raras como uno de Thailandia al lado de otro de Plan ( el pueblo de Huesca), Costa Rica, Sudáfrica, Londres, New York, Egipto…
No soy un coleccionista al uso, lo reconozco, es más, no pongo interés en ampliar mi colección ni en buscar piezas raras, es tarea de mis amigos cuando viajan, o mía cuando viajo yo.
Pero también he de reconocer que a pesar de saber seguro el regalo que va a caer, me hace tanta ilusión como si fuera una sorpresa.
Y de paso, al ver los ceniceros, me acuerdo de las personas que me los regalaron, porque no son un simple objeto, son un detalle de esas personas para conmigo, un saber que se acordaron de mí.
Y si no queréis coleccionar objetos, coleccionad sonrisas, salid a la calle con una sonrisa, y contad las que os devuelven, también es gratificante.


sábado, 16 de marzo de 2013

Publicidad 1



A lo largo de los años, poco a poco, diferentes melodías, letrillas, o simples frases se han ido incorporando momentáneamente a nuestro vocabulario, para desaparecer del uso común y quedar en el recuerdo.
Me refiero a las músicas, letrillas, o frases de la publicidad.
¿Quién no ha cantado la canción del Cola Cao?
¿Cuántos hemos ido por la calle haciendo el ganso, (ganso etílico) mientras cantábamos lo de “Somos los conguitos, y estamos requetebién…”?
Que levante la mano el que nunca haya tenido en su momento la tentación de al llamar o ser llamado por teléfono decir “Hola soy Edu, feliz navidad” o contestar a una solicitud de ayuda con “¡pues va a ser que no!”
Por no hablar de canciones que en su momento pasaron sin pena ni gloria y que fueron rescatadas por los publicistas, cuando no dadas a conocer por un anuncio, como en su día las campañas de Pepsi o ahora las de las cervezas.
Otra cosa es que al tararear estas canciones nos acordemos de qué anunciaban, o de la marca en concreto.
Os voy a poner una listilla de canciones con el enlace a youtube, y vosotros trataréis si os apetece de asociarla a una marca. Tranquilos que no es un concurso, pero como sepáis todas, es que sois muy frikis. Más que yo.

Así que ya sabéis, buscad, comparad, y si encontráis algo mejor, hacedlo.

miércoles, 13 de marzo de 2013

"DOS HOSTIAS BIEN DÁS"


El otro día la jornada empezó bien, pero se me avinagró.
Encoché rápido, menos de cinco minutos después de salir de casa.
Además clientas conocidas, así que ya me sabía el recorrido, o eso creía yo.
Eran un madre y su hija, la madre ciega y vendedora del cupón de la ONCE, y no iban a su casa, cosa por otro lado bastante rara dado la hora, pero también se me hacía raro el que abandonaran el kiosko.
Me dijeron de ir a la comisaría de los mossos d’escuadra, porque les habían robado.
Hay que ser muy hijo de puta para robarle a un ciego, pero además hay que ser un hijo de puta muy tonto para robar 90 cupones, porque los vendedores tienen el listado de los cupones que les dan para vender, número y serie, y por supuesto las entidades bancarias encargadas de un hipotético cobro del cupón son informadas.
La mujer estaba preocupada, más que nada por el papeleo que la esperaba, primero poner la denuncia, luego dar parte al seguro, y luego a la ONCE, y no conseguía explicarse cómo el cabronazo había conseguido meter la mano por la ventanilla y coger los cupones.
Ante tal panorama, pues intentas quitarle hierro al asunto: que si el seguro pagará, que si hay que ser muy mal nacido, y algún comentario para intentar animar a la pobre mujer.
Lo que me indigna o me jode, es que seguramente el chorizo venderá los cupones, se sacará 135 €, y si no toca, aquí no ha pasado nada, porque se le pierde la pista al cupón.
Personalmente se me ocurren varias cosas par hacer con el caco en el hipotético caso de que lo pillen.
Por ejemplo, tenerlo una semana metido en el cubículo de un vendedor vendiendo cupones, y luego un par de meses yendo a la ONCE a trabajar para que vea las cosas que se hacen con el dinero del cupón.
Aunque si es lo bastante desalmado o hijo de puta para robarle a una ciega, me parece que estas cosas le iban a conmover poco, así que me saltaría la legalidad y le aplicaría el método de mi difunto abuelo para estos casos:
“DOS HOSTIAS BIEN DÁS”. Como poco.

lunes, 4 de marzo de 2013

EL RELOJ DE CARRASCOSA



El reloj del ayuntamiento de Carrascosa marca la hora que le da la gana, pero da las horas bien.

Entre toque y toque, el sol recorre su camino, pero las agujas lo miden de modo diferente.
Puede que veas que son las diez y cuarto, pero lo oigas sonar tres veces, o que suena ocho veces cuando marca las dos.
Tiene una explicación que va más allá de la técnica, la desincronización, o que el relojero es un manta.
En Carrascosa el tiempo parece no existir aunque no se para.
Cuando llegas a Carrascosa para pasar unos días, nunca llegas solo. Va contigo toda una carga de recuerdos.
Te olvidas de que han pasado unos meses, un año, una década…
Vuelves a ser el chaval que guardaba su equipo de chapas Orange Crush en una caja de Farias, el que aprendía a tirar piedras a "sobaquillo", el que jugaba partidos de fútbol o baloncesto con los amigos temiendo las patadas de Terri o los tapones de Villa.
El que se colaba en el salón para ver bailar a los mayores y luego tenía que salir corriendo a la que lo pillaban
El mismo chaval que cuando no había coche se iba a Valsalobre andando y se jugaba a las canicas con Alberto quien sacaba a bailar a la fea. El que se sacaba unas perrillas segando espliego para luego comprar tabaco a medias y tomarse sus primeros botellines.
Así, con esa carga llegas a Carrascosa.
Uno camina por sus calles y las ve siempre igual, y no hace falta que suene el reloj, para que antes de comer o de cenar nos juntemos en el bar a la Hora del Botellín a recordar aquella época mientras vemos a los zagales buscando wi-fi; y después de alimentarnos nos volvamos a juntar porque es la Hora de la Partida. Sin prisas, si no estás no pasa nada.
Sabes que de ese chaval y sus andanzas sólo queda el recuerdo, pero te da igual, ya no estás para jugar al fútbol ni para subirte a los robles de la Dehesa, y mucho menos estás para irte a la Hoz Somera o a la Herrería cargando a medias una caja de botellines. Tienes otras responsabilidades, otros intereses, recuerdos de otros lugares u otras personas, proyectos…
Pero cuando llegas a Carrascosa el tiempo se para y lo de fuera deja por un tiempo de importar.
Por éso, siempre que puedo voy.
Por éso decimos que Carrascosa es otra cosa.

sábado, 2 de marzo de 2013

ORTOGRAFÍA



Cada vez contemplo más perplejo que la gente que manda mensajes por diferentes medios, ya sea Facebook , SMS, o Twitter ; cuida cada vez menos un aspecto para mí bastante importante: la ORTOGRAFÍA.
Mientras los políticos y “agentes” de la sociedad educativa se enredan sobre discusiones bizantinas acerca de la calidad de la enseñanza, o sobre la lengua vehicular en que ésta ha de impartirse, los jóvenes cada vez escriben peor, y no sólo eso, es que su falta de rigor o de interés en el lenguaje escrito se traslada al lenguaje oral.
Cada vez veo más gente incapaz de expresarse utilizando frases más o menos largas, con sus conjunciones, sus pausas, y ya no hablemos del uso de las subordinadas porque daría para un libro entero.
Alumnos de 3º de Derecho o cualquier otra carrera que presentan exámenes redactados como si fuera un mensaje de móvil,  utilizando ”xq” en lugar de “porque” o “por qué”, despreciando los signos de puntuación como si hubieran alcanzado el nivel de Saramago.
No voy a decir que antes el nivel educativo era mayor o mejor, que lo era, simplemente que la exigencia a los alumnos sí que requería que nos esforzáramos por escribir correctamente, más que nada, porque el primer día de clase, el profesor ya dejaba bastante claro que iba en serio con el asunto.
Junto con el programa de la asignatura, aparecía invariablemente el asunto de las faltas de ortografía, la de lengua (castellana o catalana) lo tenía claro, tres faltas = suspenso; y los acentos contaban como media falta. Los demás ya fueran de ciencias o letras variaba, los había que aplicaban el mismo criterio, y otros te descontaban un punto por cada falta.
Recuerdo que en 1º de BUP una profesora me devolvió un trabajo de Biología, lleno de signos de puntuación, principalmente comas y punto y coma, con una nota al pie que decía “El trabajo está bien, pero si lo leo tal como lo has escrito me ahogo”.
Por supuesto ahora eso es impensable, al instante acudirían los padres a poner el grito en el cielo, el resto de profesores diría que no hay que ser tan exigente, y el alumno seguirá escribiendo sin importarle si lo hace bien o mal.
A escribir correctamente se aprende con la práctica, pero también con la lectura, así que padres que tenéis hijos o tíos que tenéis sobrinos, regaladles a los chavales un libro de vez en cuando en lugar del juego de la consola, y luego comentadlo con él, y por qué no, si el chaval se lo merece, dadle una propinilla a modo de incentivo, que además de cultivar su intelecto quedaréis como el papi o el tío guay.
PD: Si aparecen faltas de ortografía o sintaxis en este escrito, la culpa no es de mis profesores, es del que me puso unos billares en el camino del instituto.


viernes, 1 de marzo de 2013

HOZ SOMERA

Hace tiempo escribí ésto como si fuera una redacción para mí, y como lo he encontrado por ahí, y no me disgusta como quedó, pues la pongo aquí.




HOZ SOMERA

Después de un desayuno que siendo escaso en la definición podría calificar como opíparo, cogió su mochila, comprobó que llevaba todo lo necesario y salió a andar. No tenía pensado ningún recorrido, todos los lugares a los que pudiera llegar caminando le eran especiales y conocidos por igual.
Optó por la pista que llevaba hacia El Pozuelo, siguiéndola tenía más posibilidades de disfrutar del paseo, y por alguna razón sentía una especial atracción por ese camino.
Al pasar junto al cementerio, que quedaba unos metros por debajo del camino, no pudo evitar mirar hacia las tumbas y acordarse de sus muertos, los familiares y los amigos, podía identificar las lápidas, y se paró a fumar un cigarro, evocando las enseñanzas de su abuelo, los paseos con Ana, o el día en que el tío Perico le pilló cogiendo peras en su huerto.
Siempre igual, cada vez que veía el cementerio le invadía la nostalgia, así que apagó cuidadosamente el cigarrillo y siguió su camino.
Al entrar en el bosque sacó la cámara de la mochila y la preparó.
Decidió abandonar la pista y tomar el camino de la Hocecilla, que en algunos tramos se perdía, pero podía orientarse siguiendo el curso del arroyo.
A medida que se aproximaba a la Fuente de las Losas, se puso tenso y adopto un paso más cauto, quizá tuviera suerte y hubiera algún animal bebiendo, montó el teleobjetivo y se acercó con sigilo, pero no hubo suerte, ya era tarde, quizá a la vuelta...
Subió a la Peña de los Lirios, en esa época era todo un espectáculo, las flores que dan nombre al risco estaban en flor, poniendo una nota azulada en el verde del prado, tomó unas cuantas fotografías de los lirios, e incluso tuvo suerte y en uno “capturó” un abejorro libando de la flor, la gama de colores era espectacular, esa seguramente la pasaría a papel y la ampliaría.
Siguió hacia Los Castillejos, se sentó al lado de El Vigía, y allí, se fumó el segundo cigarro, vertiendo un poco de agua en la roca para apagarlo.
Ese era su momento especial, sentado al borde del abismo, a solas con sus pensamientos, acompañado por el ruido del viento entre los pinos, el lejano rumor del arroyo que discurría a bastantes metros por debajo de él, y por el ocasional grito de una rapaz (no sabría decir cual, nunca las supo distinguir).
Tenía una curiosa manera de describir la belleza de un paisaje:     -"Es para poner la mente en blanco y fumarte un paquete de tabaco sin pensar en otra cosa que “¡joder, que guapo!”-.
Estaba en un lugar que le daba para acabar con las existencias de la Tabacalera, y tenía cuanto necesitaba, su nueva cámara digital, con una tarjeta de recambio, una botella de agua, dos paquetes de tabaco, y tiempo, mucho tiempo.
A medida que el sol iba calentando las paredes de la hoz, los buitres se lanzaban a volar sin apenas batir las alas y perdiéndose de vista en las alturas en un instante.
Disfrutaba viéndolos volar, y se preguntaba cómo era posible que un bicho tan feo pudiera tener un vuelo tan majestuoso.
De repente sintió un calambrazo en su interior, una sensación como si hubiera visto una imagen por una fracción de segundo, y sonrió...
Acababa de descubrir que no era la nostalgia lo que le unía a aquel lugar...
Aquel lugar formaba parte de su ser, de sus raíces, y sentía que el formaba parte de aquel lugar.
No, no era nostalgia lo que sentía, era la sensación de estar en un lugar al que pertenecía.